La ambulancia número 5, Roberto Lumbreras

sábado, 3 de marzo de 2012
Murmullo de la calle, Claude Lazar

LA AMBULANCIA NÚMERO 5

La ambulancia número 5 corría a una velocidad inusitada, incluso para una ambulancia; se diría que más que correr iba en volandas con su hélice de luz; se diría que el piloto de la ambulancia era un piloto de pruebas de ambulancias, que quería batir el récord de velocidad punta de ambulancias.
Como había pocos transeúntes por la final de fútbol, la ambulancia número 5 invadía calles peatonales y sorteaba las fuentes, las estatuas, los bancos y kioscos.
Como era la final de fútbol, el conductor de la ambulancia número 5 bajó el volumen de la sirena y puso la radio para oír el partido. Y en una jugada de peligro, la ambulancia número 5 atropelló a una pareja de turistas. La ambulancia número 5 recogió a los atropellados y aumentó la velocidad para recuperar el tiempo perdido, practicando atajos temerarios.
En el recorrido angustioso hasta el hospital, la ambulancia atropelló y evacuó un total de nueve peatones. La ambulancia número 5 parecía un autobús recorriendo su itinerario urbano, en una película a cámara rápida. Pero en ningún momento el conductor apagó la radio, porque el frenesí del locutor deportivo le servía al conductor para avivar la marcha de la ambulancia.
Al fin, la ambulancia número 5 llegó al hospital, tragándose la barrera del control. Los atropellados presentaban síntomas de asfixia, pero todos se salvaron gracias a la rapidez con que fueron transportados, con riesgo de la vida del conductor de la ambulancia. Esto sirvió como agravante y a la vez atenuante en el juicio al conductor. También contribuyó a salvarlo de la cárcel la declaración de una anciana que salía de misa cuando fue atropellada:
«Doy gracias a Dios: si no me hubiese atropellado una ambulancia, ahora no lo estaría contando».



Teresa Gómez Trueba (ed.), Mundos mínimos. El microrrelato en la literatura española contemporánea, Cátedra Miguel Delibes—Llibros del Pexe, Gijón, 2007.

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