[Cicatrices], Leonard Cohen

martes, 31 de julio de 2012
Cicatriz afortunada, Sanda Undzēna



   Para los niños, las cicatrices son medallas. Los amantes las utilizan como secretos a revelar. Una cicatriz aparece cuando la palabra se hace carne.
   Es fácil mostrar una herida, honrosa cicatriz de la batalla. Es duro mostrar una pústula.



Leonard Cohen, El juego favorito, Fundamentos, Madrid, 2011 (1974), p. 8.

[La emergencia de una verdad], Alain Badiou

domingo, 29 de julio de 2012
 Erosión, Eien Iwahashi
  


 (...) ¿Por qué la «voluntad general» se pondría de manifiesto en una mayoría numérica? Rousseau no logra aclarar este punto, y por lo tanto, solo en las revueltas históricas, minoritarias pero localizadas, unificadas e intensas, tiene sentido hablar de una expresión de la voluntad general.
   Lo que ocurre, que Rousseau denomina «expresión de la voluntad general», yo lo llamaría por otro nombre filosófico: la emergencia de una verdad, en determinadas circunstancias, de una verdad política. Esta verdad reside en el propio ser del pueblo, en eso respecto de lo que la gente es capaz de acción e ideas. Esta verdad surge en las lindes de la revuelta histórica que la arranca de las leyes del mundo (en nuestro caso arranca de la presión del deseo de Occidente) con la forma de un nuevo posible antes ignorado. Y la afirmación (después, como veremos, organización) de este nuevo posible político se presenta bajo una forma explícitamente autoritaria, la autoridad de la verdad, la autoridad de la razón. Autoritaria en sentido estricto puesto que, al menos en principio, que existe en la revuelta histórica un derecho absoluto es algo que nadie puede desconocer públicamente. Y es precisamente este elemento dictatorial lo que a todos entusiasma tanto como la demostración de un teorema, como una brillante obra de arte o una pasión amorosa por fin declarada, todas estas cosas respecto de las que ninguna opinión puede contradecir la ley absoluta.



Alain Badiou, El despertar de la historia, Clave Intelectual, Madrid, 2012, pp. 84-85.

Antes yo era, Luis Britto García

viernes, 27 de julio de 2012
Hombre-libro, Gretchen Butler

ANTES YO ERA

   Antes, yo era un ser humano. Tenía acceso a los olores, los colores, los sonidos, las formas, los sabores, ante mí desfilaban las personas, ocurrían las cosas. Se apoderaban de mí las emociones, a veces —no siempre— tenía ideas. Luego, se me ocurrió leer libros, y poco a poco elegí, más que el sonido, la palabra que simboliza el sonido, más que el color, la palabra que simboliza el color, más que el olor, la palabra que simboliza el olor, más que el sabor y el tacto, las palabras que simbolizan sabores y tactos. No conocí personas, conocí sucesiones de palabras estampadas en olorosa tinta que describían personas; elegí no padecer el miedo, sino descifrar la narración del miedo; creí pensar, cuando sólo conectaba entre sí palabras que describían los pensamientos de otros. Poco a poco los objetos en mi universo se fueron sustituyendo por palabras: la progresión del tiempo, por el sucederse de períodos; mi conciencia de existir, por un vasto olor a papel y tinta, a veces a grafito, a veces a cueros, a veces a cola. Alrededor de mi construí los muros de libros y al final no sé cómo entré en ellos me dirigieron me asimilaron me absorbieron golosamente, secamente, y yo sólo trataba con polillas.
   Ahora, soy esto. He mirado lo que era mi mano y sólo veo unas palabras que dicen antes yo era un ser humano. No hay antebrazo, sólo veo otras palabras que dicen: tenía acceso a los colores, a los olores. Así, en parcos vocablos se va agotando mi cuerpo: donde dice poco a poco los objetos en mi universo se fueron sustituyendo, es el ombligo; y la conciencia, la conciencia, son las palabras de este párrafo que dicen ahora soy esto, estas líneas en que me defino, sólo palabras, sólo tintas, sólo papeles, yo que era un ser humano, concluyo aquí, ahora. Ahora, no soy sensaciones, no soy ya emociones, no soy ya tripas, algo me ha ocurrido, palabras, nada más que palabras, ahora soy esto.


Luis Britto García, Rajatabla, Laia, Barcelona, 1987 (1970), pp. 109-110.

[El frío], João Paulo Cuenca

jueves, 26 de julio de 2012
Invierno, Marc Chagall



   Según el señor Okuda, el frío no es exactamente lo opuesto al calor, como la mayoría de las personas están acostumbradas a pensar.
   El señor Okuda dice que es otra cosa y que yo hago bien en esperar, porque no se puede intuir, por simple oposición, la luz, si apenas se conoce lo oscuro; o lo salado, si apenas se conoce lo dulce; o el afecto, si apenas se conoce el odio.



João Paulo Cuenca, El único final feliz para una historia de amor es un accidente, Lengua de trapo, Madrid, 2012, p. 52.

«Serán ceniza...», José Ángel Valente

miércoles, 25 de julio de 2012
Cenizas, Edvard Munch

«SERÁN CENIZA...»

Cruzo un desierto y su secreta
desolación sin nombre.
El corazón
tiene la sequedad de la piedra
y los estallidos nocturnos
de su materia o de su nada.

Hay una luz remota, sin embargo,
y sé que no estoy solo;
aunque después de tanto y tanto no haya
ni un solo pensamiento
capaz contra la muerte,
no estoy solo.

Toco esta mano al fin que comparte mi vida
y en ella me confirmo
y tiento cuanto amo,
lo levanto hacia el cielo
y aunque sea ceniza lo proclamo: ceniza.

Aunque sea ceniza cuanto tengo hasta ahora,
cuanto se me ha tendido a modo de esperanza.


José Ángel Valente, Noventa y nueve poemas, Alianza, Madrid, 2001 (1981), p. 27.

Una partícula de la verdad, Ramiro Calle

martes, 24 de julio de 2012
La búsqueda de la verdad, René Magritte


UNA PARTÍCULA DE LA VERDAD

   El diablo y uno de sus acólitos habían venido a la Tierra a dar un paseo y ver cómo se iban desenvolviendo las cosas. Iban de aquí para allá, haciendo turismo y disfrutando de los hermosos parajes. Pero, de súbito, muy alarmado, el acólito del diablo, exclamó:
   —¡Alerta, señor! ¡Allí hay una partícula de la verdad!
   El diablo se encogió tranquilamente de hombros, indiferente, para decir:
   —No te preocupes en absoluto, querido amigo mío, porque ya se encargarán de institucionalizarla.
   Y el diablo y su acólito siguieron paseando apaciblemente.


Ramiro Calle, Cuentos espirituales de Oriente, Sirio, Málaga, 2005, p. 43.

[Ningún ser humano...], Yukio Mishima

lunes, 23 de julio de 2012
 La honestidad del otoño, Aleta Karstad


Ningún ser humano puede llegar a ser tan honesto que se convierta en una persona completamente falsa.


Yukio Mishima, Sed de amor, Alianza, Madrid, 2008, p. 26.

[Lo que dijo Ōkubo Dōko...], Yamamoto Tsunetomo

domingo, 22 de julio de 2012
Flores en Vétheuil, Claude Monet
   


   Lo que dijo Ōkubo Dōko acerca de las bellas flores.
   Dicen que Dōko dijo lo siguiente: «La gente suele decir que en épocas de decadencia no aparecen grandes maestros. Pero no estoy de acuerdo con ello porque bellas flores como las peonías, las peonías chinas, las azaleas o las camelias aparecen también en épocas de decadencia. Esto hace pensar que su aparición tan sólo depende de las corrientes del momento. Incluso en estas épocas, si los grandes maestros se pusieran de moda, seguramente aparecerían grandes maestros en las diversas artes. Es una pena que la gente no se esfuerce con empeño y se resigne a pensar que estamos en épocas de decadencia. La responsabilidad no está en la época en la que vivimos».



Yamamoto Tsunetomo, Hagakure, en La vía del samurái, La Esfera de los Libros, Madrid, 2007.

Para hacer una pradera, Emily Dickinson

sábado, 21 de julio de 2012
Hierba frente al mar, Edward Weston


PARA HACER UNA PRADERA

Para hacer una pradera se necesita un trébol y una abeja,
un trébol y una abeja
y ensueño.
Bastará con el ensueño
si las abejas son pocas.
Emily Dickinson


Hilario Barrero (ed.), Lengua de madera (antología de la poesía breve en inglés), La Isla de Siltolá, Sevilla, 2011, p. 31.

El encuentro, Juan José Arreola

viernes, 20 de julio de 2012
El laberinto, Salvador Dalí

EL ENCUENTRO

   Dos puntos que se atraen no tienen por qué elegir forzosamente la recta. Claro que es el procedimiento más corto. Pero hay quienes prefieren el infinito.
   Las gentes caen unas en brazos de otras sin detallar la aventura. Cuando mucho, avanzan en zig-zag. Pero una vez en la meta corrigen la desviación y se acoplan. Tan brusco amor es un choque, y los que así se afrontaron son devueltos al punto de partida por un efecto de culata. Demasiado proyectiles, su camino al revés los incrusta de nuevo, repasando el cañón, en un cartucho sin pólvora.
   De vez en cuando, una pareja se aparta de esta regla invariable. Su propósito es francamente lineal, y no carece de rectitud. Misteriosamente, optan por el laberinto. No pueden vivir separados. Ésta es su única certeza, y van a perderla buscándose. Cada uno de ellos comete un error y provoca el encuentro, el otro finge no darse cuenta y pasa sin saludar.


Juan José Arreola, Confabulario personal, Bruguera, Barcelona, 1980, p. 256.

See that my grave is kept clean, Juan Bello Sánchez

jueves, 19 de julio de 2012

 Excursión a la filosofía, Edward Hopper




SEE THAT MY GRAVE IS KEPT CLEAN


una canción dice
hay solamente un último favor que voy a pedirte
cuida que mi tumba se conserve limpia

la noche se alarga
en el cuerpo de alguien que está desnudo en una cama

miro por la ventana
es imposible ver la noche
pero algunas farolas arden como cerillas en el mar


Juan Bello Sánchez, El futuro es un bosque que ardió en alguna parte, La Bella Varsovia, Córdoba, 2011, p. 51.

Temor, Charles Simic

miércoles, 18 de julio de 2012
El árbol azul, Fernando Vignoli

TEMOR

El temor pasa de hombre a hombre
sin saberlo,
como una hoja pasa su temblor
a otra.

De repente todo el árbol tiembla
y no hay ni rastro de viento.

Charles Simic



Hilario Barrero (ed.), Lengua de madera (antología de la poesía breve en inglés), La Isla de Siltolá, Sevilla, 2011, p. 265.

[La palabra], Friedrich Nietzsche

lunes, 16 de julio de 2012
Cafetería, Edward Hopper



No nos estimamos ya bastante cuando nos comunicamos. Nuestras vivencias auténticas no son en modo alguno charlatanas. No podrían comunicarse si quisieran. Es que les falta la palabra. Las cosas para expresar las cuales tenemos palabras las hemos dejado ya también muy atrás.



Friedrich Nietzsche, Crepúsculo de los ídolos, Alianza, Madrid, 2010 (1973),pp. 109-110.

[Lo que sentimos...], John Coltrane

sábado, 14 de julio de 2012



Lo que sentimos en lo más profundo de nuestro interior, debe comunicarse a los demás. Aunque yo no sé exactamente lo que la gente desea y temo equivocarme cuando intento adivinarlo. Por otra parte, ¿acaso cada individuo, tomado en particular, desea lo mismo que su vecino? [...] Quisiera aportar a la gente algo que se parece a la felicidad. Me gustaría descubrir un procedimiento tal que sólo deseando que lloviera, se pusiera enseguida a llover. Si uno de mis amigos se pusiera enfermo, yo tocaría cierta melodía y se curaría; si se arruinara, yo interpretaría otra canción e inmediatamente recibiría todo el dinero que necesitara. Pero cuáles serían esas piezas y cuál es la vía a recorrer para lograr su conocimiento, lo ignoro. Los auténticos poderes de la música son todavía desconocidos. Poder dominarlos debe de ser, creo, la ambición de todos los músicos. El conocimiento de esas fuerzas me apasiona. Quisiera provocar reacciones en los oyentes de mi música, llegar a crear auténticos climas. Quiero avanzar en esa dirección y llegar lo más lejos posible. Espero que todo lo que he hecho hasta ahora no sea más que el principio.



Michael Delorme (ed.), Conversaciones con John Coltrane, Alpha Decay, Barcelona, 2012, pp. 65-67.

Amor / Muerte, Javier Moreno

viernes, 13 de julio de 2012
Amor y muerte, George Frederic Watts


AMOR

Aproximadamente 593.000.000 resultados
    (0,09 segundos)

MUERTE

Aproximadamente 170.000.000 resultados
    (0,08 segundos)

Oh, muerte, dónde está tu victoria



Javier Moreno, Cadenas de búsqueda, El Desvelo, Santander, 2012, p. 48.

Sentados en un banco dos viejos escuchan la radio, Juan Bello Sánchez

lunes, 9 de julio de 2012
Gente al sol, Edward Hopper



SENTADOS EN UN BANCO DOS VIEJOS ESCUCHAN LA RADIO

atrapa la arena la fugacidad en una huella
el mediodía obtiene sus sombras en el árbol

después está el mar
y todos los ojos que ruedan azules por sus paredes

el horizonte reparte el cielo
ahoga al sol en su camino perenne y metódico

sentados en un banco dos viejos escuchan la radio
mientras se pierde el tiempo
y deja de ser tiempo y es un gato de ceniza



Juan Bello Sánchez, El futuro es un bosque que ardió en alguna parte, La Bella Varsovia, Córdoba, 2011, p. 47.

[El soldado desconocido], Antonio Machado

sábado, 7 de julio de 2012
Tumba del soldado desconocido, Ljuba Markovic



Nunca debéis incurrir en esa monstruosa ironía del homenaje al soldado desconocido, a ese pobre héroe anónimo por definición, muerto en el campo de batalla, y que, si por milagro levantara la cabeza para decirnos: "Yo me llamo Pérez", tendríamos que enterrarle otra vez, gritándole: "Torna a la huesa, ¡oh Pérez infeliz!, porque nada de esto va contigo".



[Hay ciertas ocasiones...], Yukio Mishima

jueves, 5 de julio de 2012
Fuerzas oculares, Roberto Matta



Hay ciertas ocasiones en las que los seres humanos creen que pueden conseguirlo todo. En estos momentos, cuando todo su ser está empapado de esta creencia, ven normalmente muchas cosas que normalmente son invisibles para los ojos humanos. Luego, pasado un tiempo, incluso después de haber descendido hasta el fondo del pozo de la memoria, estos momentos reviven unos instantes y de nuevo les recuerdan a los hombres la milagrosa plenitud de las penas y las alegrías del mundo. Nadie puede evitar estos hitos del destino, como tampoco puede nadie —sea quien sea— evitar la desgracia de que sus ojos vean más de lo que pueden soportar.



Yukio Mishima, Sed de amor, Alianza, Madrid, 2008, p. 151.

[Sólo días de viento...], Ozaki Hôsai

martes, 3 de julio de 2012
Campo de avena y amapolas, Claude Monet




Sólo días de viento
después que acabé de sembrar
la cebada


                                                     Ozaki Hôsai



Ozaki Hôsai, Taneda Santôka & Tamaguchi Seichi, Tres monjes budistas (110 haikus), CEDMA, Málaga, 2008.

Un resplandor que se demora entre los párpados, Eduardo Galeano

domingo, 1 de julio de 2012
Baile nocturno de las vías, Ronald Nadeau



UN RESPLANDOR QUE SE DEMORA ENTRE LOS PÁRPADOS

   Ocurrió esta tarde, en el andén, mientras esperaba el tren a Barcelona.
   La luz encendió la tierra entre las vías. La tierra tuvo de pronto un color muy vivo, como si se le hubiera subido la sangre, y se hinchó bajo las vías azules.
   Yo no estaba feliz, pero la tierra sí, mientras duró ese largo instante, y era yo quien tenía conciencia para saberlo y memoria para recordarlo.



EDUARDO GALEANO, Días y noches de amor y de guerra, Laia, Barcelona, 1981 (1978).