[Plan B], Haruki Murakami

jueves, 20 de septiembre de 2012
El cartero, Uri Dushy


   En noviembre del año pasado, es decir, de 2005, corrí, como tenía previsto, el Maratón de Nueva York. Despuntó un agradable y despejado día de otoño (...). 
   ¿Que cómo fue el resultado? Francamente, no muy bueno. Al menos no tan bueno como el que yo, secretamente, esperaba obtener. Si pudiera, me habría gustado terminar la obra con unas enérgicas palabras de cierre del estilo «Gracias a que entrené muy duro, conseguí obtener un magnífico tiempo en el Maratón de Nueva York. Al llegar a la meta casi me emocioné», al tiempo que me alejaba caminando en plan guay hacia un espléndido atardecer, acompañado por el épico tema de la película Rocky. Para ser sincero, hasta que de veras corrí la carrera, tenía la esperanza de que fuera así, deseé que se desarrollara así. Ése era mi plan A. Un plan estupendo. 
   En la vida real, no obstante, las cosas no suelen salir tan bien. Cuando en un momento de nuestras vidas, acuciados por la necesidad, deseamos que ocurra algo agradable, la mayoría de las veces el que llama a las puertas de nuestras casas es el cartero trayéndonos malas noticias. No puede decirse que eso ocurra siempre, pero sí sé, por experiencia, que nos trae más a menudo noticias tristes que alegres. Se lleva la mano a la gorra y pone cara de sentirlo mucho, pero eso no influye ni un ápice en el contenido del mensaje que nos entrega. Pese a todo, no es culpa suya. Nada se le puede reprochar. No podemos agarrarlo de la solapa y zarandearlo. El pobre cartero sólo cumple honestamente con el trabajo que le ha encomendado su jefa. Y su jefa no es otra que…, eso es, una vieja conocida: la realidad. 
   De ahí que necesitemos un plan B.


Haruki Murakami, De qué hablo cuando hablo de correr, Tusquets, Barcelona, 2010, pp. 188-189.

0 comentarios: