No entres dócil en esa dulce noche, Dylan Thomas

sábado, 26 de enero de 2013
Ciudad junto al río, bajo la luz de la luna, Aert van der Neer



NO ENTRES DÓCIL EN ESA DULCE NOCHE

No entres dócil en esa dulce noche,
debe arder la vejez y delirar al fin del día;
rabia, rabia contra la agonía de la luz.

Aunque sepa el sabio al morir que la tiniebla es justa,
porque sus palabras no relampaguearon, él
no entra dócil en esa dulce noche.

Tras la última ola el hombre bueno, clamando lo brillantes
que habrían bailado sus gestas pobres en las bahías verdes,
rabia, rabia contra la agonía de la luz.

El fiero, que atrapó el sol cantándolo en su vuelo
y aprende, tarde, que lloraba su paso,
no entra dócil en esa dulce noche.

El solemne, en su muerte, al ver con vista cegadora
que ojos ciegos podrían flamear como meteoros, alegres,
rabia, rabia contra la agonía de la luz.

Y tú, padre, allá en la altura triste,
con llanto feroz maldice, bendíceme ahora, te ruego.
No entres dócil en esa dulce noche.
Rabia, rabia contra la agonía de la luz.



Dylan Thomas, Muertes y entradas, Huerga y Fierro, Madrid, 2003, p. 175. Traducción de Niall Binns y Vanesa Pérez-Sauquillo.
             

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