Sucedáneos, Jorge Riechmann

domingo, 8 de septiembre de 2013
La búsqueda de lo absoluto, René Magritte

SUCEDÁNEOS

   El «milagro económico» español que se vino abajo en 2008, radiografiado en su vertiente más sórdida por un episodio delictivo: con el fin de que los técnicos de medio ambiente de la Junta de Andalucía hicieran la vista gorda frente a la destrucción de monte público para convertirlo en invernaderos de fresas (el «oro rojo» de la costa de Huelva, que exporta las cuatro quintas partes de la producción), los propietarios de fincas forzaban a prostituirse con esos funcionarios a sus jornaleras (mujeres marroquíes, rumanas o polacas). En la finca El Morcillo se destapó el hediondo asunto…
   Muy al comienzo de la Ética nicomaquea (1096a), Aristóteles desecha sumariamente la vida de negocios como una forma de vida humana valiosa, porque (1) «tiene cierto carácter violento» y (2) «es evidente que la riqueza no es el bien que buscamos, pues sólo es útil para otras cosas». Estas dos obviedades —la violencia del business y el carácter instrumental de la riqueza— han desaparecido casi por completo del horizonte cultural de nuestra época.
   El turismo es un sucedáneo, la prostitución es un sucedáneo, el centro comercial es un sucedáneo. Prefiramos los originales.


Jorge Riechmann, Fracasar mejor, Olifante, Tarazona, 2013, pp. 66-67.

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