Revolución

jueves, 15 de mayo de 2014

REVOLUCIÓN

   Como tantas otras que subsistían en terrenos áridos, una familia de ovejas disfrutaba aquella tarde con la programación televisiva: prados de hierba exuberante acompañados por el fresco murmullo de una corriente, por la cadencia en las notas de los pájaros.
   Fingieron no haber oído nada cuando, a lo lejos, resonó el aullido de un coyote. La segunda vez se lo atribuyeron al viento; a la tercera, era difícil disimular la amenaza. Así que una de las ovejas buscó el mando para subir el volumen al televisor. El arroyo comenzó a retumbar como una cascada, mientras las demás, con tranquilidad renovada, balaron satisfechas.


[Para la Primavera de Microrrelatos Indignados 2014]
             

2 comentarios:

Javier Ximens dijo...

Es lo que más me sorprende. Salvo en ciertos círculos, nadie hace nada, ni siquiera ir a las manifestaciones. Es como si estuviéramos anestesiados por el fútbol, y tu lo has pintado muy real, subimos el volumen, cerramos oídos al ruido, hasta que nos toque.

Raquel Vázquez dijo...

La evasión en lugar de la reacción.

También a mí me sorprende que a estas alturas siga tan enraizada la resignación en la sociedad. "Hay crisis, es lo que toca", "voto a X porque Y es todavía peor"...

Lo que tú dices, "hasta que nos toque", como en el famoso poema de Niemöller: "Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas..."

Ojalá no hubiera un demasiado tarde... pero me temo que hay derechos innegociables como la salud o la educación convertidos en bienes de consumo para quien pueda pagarlos. El trabajo, un privilegio por el que hay que dar gracias, sin importar que nos exploten.

Demasiado tarde, sí, tal vez. Y subimos el volumen.

Muchas gracias, Javier, por pasarte a comentar.