Epitafio

miércoles, 4 de noviembre de 2015
Tumba, Martyn Ravensdale

EPITAFIO

    Aquellas señales que grababas en los árboles, ¿te acuerdas? Desde niño te gustaron los códigos. Fuimos creciendo, y yo quise aprender morse, o cirílico, si aquello me acercaba a ti. Si era el modo en que quizá un día descifraría tu piel, en que quizá deletrearía tus ojos.
    Descodifiqué mi deseo, y tu balbuceo, tu espalda, fueron una respuesta que no busqué traducir. Sólo la herida. La necesidad de un idioma sin ti en que repararme. Me aferré a la amistad como única interpretación entre nosotros, aunque siguieras siendo ese ideograma que podría leer siempre sin cansarme.
    Te fuiste, me fui: dos adultos que se bifurcan como tantos. Aunque no tu recuerdo: todavía aprendí que el eco es el alma de un bosque, que una séptima te convoca en puntos suspensivos. Tú me entenderías. Ojalá pudieras aún hacerlo.
    Ahora, al cobijo de un ciprés, la lluvia es una ‘O’ que se me clava. Raya, raya, raya. Adónde envío esta señal de emergencia. Cómo se codifica el dolor tallado en un silencio.
    Ahora, que descubro este relieve. Braille. Así que ahora me lo dices. Como una caricia tuya, al fin. Pero el mármol, tan frío. Y este tiempo tan tarde.
 

[En Esta noche te cuento.]
 

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