Sputnik, mi amor, Haruki Murakami

lunes, 11 de agosto de 2008

"Sí, estoy enamorada de ella", se convenció Sumire. Sin duda alguna (el hielo es, al fin y al cabo, frío, y la rosa es, al fin y al cabo, roja). Y este amor me conducirá a algún sitio. No puedo impedir que esta fuerte corriente me arrastre. Ya no tengo elección. Tal vez me lleve a un mundo especial que jamás he conocido. A un lugar lleno de peligros, quizá. Donde se esconda algo que me inflija una herida profunda, mortal. Tal vez pierda todo lo que poseo. Pero ya no puedo volver atrás. Sólo puedo abandonarme a la corriente que discurre ante mis ojos. Aunque me consuma entre las llamas, aunque desaparezca para siempre.

Su profecía -aunque esto, desde luego, sólo lo he sabido ahora- acertaba en un ciento veinte por cien.


Haruki Murakami, Sputnik, mi amor, Tusquets, Barcelona, 2008, p.32.

[Un nuevo avión...]

domingo, 10 de agosto de 2008

Un nuevo avión surca la tarde,
atraviesa este amasijo
de instantes mortecinos
que se rompe por su zumbido sincopado,
esa única estela que queda
trazada en la habitación.
Aun así, no resulta difícil
dibujar su silueta
más allá de techos, suspiros y tejados.

El avión me despertó de mi vuelo,
pues yo también atravesaba el cielo,
un horizonte del pasado
en el que los recuerdos
son cada vez más difusos,
son jirones que se disuelven
en el aire
y ya no se forman más nubes que recordar,
en las que refugiarme en tardes como ésta.

Como un avión perdido, sin rumbo,
sin haber encontrado
ningún destino sobre la tierra,
ahora,
lo que me queda únicamente
es cerrar los ojos
y volar.

Ryszard Kapuscinski

sábado, 9 de agosto de 2008

A MODO DE ORACIÓN

Te elevo a las alturas
te elevo más allá de las nubes
te elevo a las estrellas
Estás tan cerca del sol
que sus rayos
me ciegan
y dejo de verte
Cierro los ojos
me apresa la oscuridad
me apresa la soledad y el miedo
¿Por qué te he elevado tan alto
que ya no te puedo ver?

..................................................................

DESCUBRIMIENTO

Tu corazón es destrozado por el dolor:
empiezas a sentir el corazón

tus ojos de repente dejan de ver:
empiezas a sentir los ojos

tu memoria se hunde en la oscuridad:
empiezas a sentir la memoria

te descubres a ti mismo
negándote a ti mismo
existes
negando la existencia

..................................................................

Me abandonaron las fuerzas
la alegría desapareció sin dejar rastro
mis manos vagan
no encuentran cosas seguras

quisiera
que echara a volar un pájaro
que ladrara un perro

busco pruebas
de que algo es posible.


Pájaro negro con colinas cubiertas de nieve, Georgia O'Keeffe


Ryszard Kapuscinski, Poesía completa, Bartleby Editores, Madrid, 2008.

Triste unicidad


Para las luces artificiales no resulta difícil encontrar recambio. Pero el Sol es único, y no siempre se muestra entre las nubes.

Donde habite el olvido, Luis Cernuda



DONDE HABITE EL OLVIDO

Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.

Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.

Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.

Rima LXVI, Gustavo Adolfo Bécquer


¿De dónde vengo...? El más horrible y áspero
de los senderos busca:
Las huellas de unos pies ensangrentados
sobre la roca dura;
los despojos de un alma hecha jirones
en las zarzas agudas,
te dirán el camino
que conduce a mi cuna.
¿A dónde voy? El más sombrío y triste
de los páramos cruza,
valle de eternas nieves y de eternas
melancólicas brumas.
En donde esté una piedra
sin inscripción alguna,
donde habite el olvido,
allí estará mi tumba.

[lo más difícil de narrar...], Agustín Fernández Mallo

viernes, 8 de agosto de 2008
lo más difícil de narrar siempre es el presente. Su instan-
taneidad no admite proyecciones, fantasías, desenfoques.
Yo no sé si todo aquello existió porque no sé si existe.
No sé si son ciertas tus manos [aunque sí sé que verosí-
miles] bajo la lluvia, y tus ojos como Polaroids [irrepeti-
bles y mostrando más de lo previsto]. Llorabas. Llovía.
Quién deja a quién si todos andamos diferidos de noso-
tros mismos, dejando atrás lo que entendemos para no
entender lo insoportable: que cada cual es uno y además
no numerable, que vendrán otras, que vendrán otros,
que asusta pensar hasta qué punto todos somos inter-
cambiables. Sé que no podré olvidar cuanto vi en tus
ojos: el aire ionizado sobre nuestras cabezas, tus manos
apretadas [no sé exactamente qué visión pretendían re-
futar]. Puede que fuera yo quien lloraba, puede que fuera
en mí donde llovía. Puede que aún me estés besando, o
que aquel martes [por decir un día] jamás haya existido.

[Después de un tiempo...], Anónimo

jueves, 7 de agosto de 2008
Después de un tiempo,
uno aprende la sutil diferencia
entre sostener una mano y encadenar un alma,
y uno aprende que el amor no significa recostarse
y una compañía no significa seguridad
y uno empieza a aprender.
Que los besos no son contratos y los regalos no son promesas
y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos
y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy,
porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes…
y los futuros tienen una forma de caerse en la mitad.
Y después de un tiempo uno aprende que si es demasiado,
hasta el calorcito del sol quema.
Así que uno planta su propio jardín
y decora su propia alma, en lugar
de esperar a que alguien le traiga flores.
Y uno aprende que realmente puede aguantar,
que uno realmente es fuerte,
que uno realmente vale,
y uno aprende y aprende…
y con cada adiós uno aprende.

Límites, Jorge Luis Borges


LÍMITES

Hay una línea de Verlaine que no volveré a recordar.
Hay una calle próxima que está vedada a mis pasos,
hay un espejo que me ha visto por última vez,
hay una puerta que he cerrado hasta el fin del mundo.
Entre los libros de mi biblioteca (estoy viéndolos)
hay alguno que ya nunca abriré.
Este verano cumpliré cincuenta años;
La muerte me desgasta, incesante.

Palabras para Julia, José Agustín Goytisolo


PALABRAS PARA JULIA

Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.

Hija mía, es mejor vivir
con la alegría de los hombres,
que llorar ante el muro ciego.

Te sentirás acorralada,
te sentirás perdida o sola,
tal vez querrás no haber nacido.

Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto,
que es un asunto desgraciado.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

Un hombre solo, una mujer
así tomados, de uno en uno,
son como polvo, no son nada.

Pero yo cuando te hablo a ti,
cuando te escribo estas palabras,
pienso también en otros hombres.

Tu destino está en los demás,
tu futuro es tu propia vida,
tu dignidad es la de todos.

Otros esperan que resistas,
que les ayude tu alegría,
tu canción entre sus canciones.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.

La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares
tendrás amor, tendrás amigos.

Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.

Perdóname, no sé decirte
nada más, pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino.

Y siempre siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

Capítulo 7 de Rayuela

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mi como una luna en el agua.