Tristezas del hombre invisible, Leopoldo Alas

domingo, 29 de agosto de 2010
TRISTEZAS DEL HOMBRE INVISIBLE

Es inútil que en el sueño se cubra
los ojos con el brazo, si el brazo es invisible.
Los coches en la calle le pasan por encima.
Es más que un sueño. Es una pesadilla.
Cuando despierta, nada es invisible.
El reino del terror no es ese sueño.
Es la vida que lleva cuando abre los ojos.
Es no dejarse ver sin ocultarse.
Que le saluden, le hablen, le conozcan.
Pero que no le vean. Que no sepan quién es
por mucho que repitan su nombre y su apellido.
Aunque en pequeños círculos lo diga,
desde luego con amigos que entienden
o con sobrentendidos cuando solo comprenden,
lo suyo es personal y a nadie le interesa.
"A nadie, ¿lo has oído?", se increpa ante el espejo.
Intenta no mirar el hueco transparente
que tiene en la barbilla, debajo de la oreja.
Por fin lo tapa, con tirita.
Tiene más repartidas por el cuerpo
para cubrir los huecos que le salen
mientras está durmiendo. Huecos como mirillas
que dejan ver lo que hay al otro lado.
Debe taparlos todos, sin descanso,
para evitar que tantos ojos puedan
mirar en su interior y descubrir
que dentro solo hay miedo, y nada más que miedo.


Leopoldo Alas, Concierto del desorden: Poesía reunida (1981-2008), Visor, Madrid, 2009.

0 comentarios: