Tesoros escondidos, Margo Glantz

sábado, 15 de octubre de 2011
Dinero de sobra, Victor Dubreuil

TESOROS ESCONDIDOS

El emperador Vespasiano estableció un impuesto sobre la orina. Lo cuenta Suetonio en su libro sobre los césares. Tito, su hijo, se lo recriminó. Vespasiano le acerca a la nariz la primera moneda obtenida por ese impuesto y le pregunta: ¿huele mal? No, dice Tito, y sin embargo, este dinero proviene de algo sucio.
Más tarde, Constantino, igualmente sensible al desaseo, aplicó a su vez un impuesto sobre los excrementos humanos y animales, bautizados por la gente como oro lustral o de expiación.
Debían pagar impuestos los mendigos, los comerciantes, las prostitutas, los traficantes, quienes por ese solo hecho se equiparaban a los perros, los asnos y las bestias de carga.
Gracias a esa alquimia, el mal olor se transformaba en oro.
Y es bien sabido que el dinero no tiene olor.


Margo Glantz, Saña, Pre-Textos, Valencia, 2007, p. 189.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

no lo pillo