[La cápsula], Pablo Gutiérrez

sábado, 10 de diciembre de 2011
Hombre y ventana, Richard Diebenkorn


A valerme por mí mismo, no me enseñaron eso. Me cuidaron con mimo, me cobijaron, me convencieron de que todo iría bien, de que nunca estaría solo. Y de pronto, en el espejo de aquella celdita de la pensión, vi la herida antigua del espino, y dentro de la herida un espejo, y en el espejo los huecos, los agujeros que me faltaban, las otras heridas viejas que no sabía que tenía hasta que entendí que estaba solo, que todos estamos solos aunque nos acaricien la nuca y nos digan no pasa nada, sigue durmiendo. Nadie deja nunca de estar solo, metido en la cápsula de piel y pelo de la que apenas logras escabullirte, y sólo una vez de verdad y ya sin remedio ni regreso. La cápsula.


Pablo Gutiérrez, Rosas, restos de alas, La Fábrica, Madrid, 2008, pp. 39-40.

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