[Ahora], Ernest Hemingway

jueves, 3 de octubre de 2013
Pinos en la ciénaga, Vincent van Gogh


   Estaban tan juntos, que mientras se movía la manecilla que marcaba los minutos, manecilla que él ya no veía, sabían que nada podría pasarle a uno sin que le pasara también al otro; que no podría pasarles nada sino eso; que eso era todo y para siempre, lo que había sido y el ahora y lo que estaba por llegar. Esto, lo que no iban a tener nunca, lo tenían. Lo tenían ahora y antes y ahora, ahora y ahora. Ah, ahora, ahora, ahora; este ahora único, este ahora por encima de todo; este ahora como no hubo otro, sino solo este ahora y ahora es el profeta. Ahora y por siempre jamás. Ven ahora, ahora, porque no hay otro ahora más que ahora. Sí, ahora. Ahora, por favor, ahora; el único ahora. Nada más que ahora. ¿Y dónde estás tú? ¿Y dónde estoy yo? ¿Y dónde está el otro? Y ya no hay porqué; ya no habrá nunca porqué, solo este presente, y de ahora en adelante sólo habrá ahora, siempre ahora, desde ahora sólo un ahora; desde ahora sólo hay uno, no hay otro más que uno; uno que asciende, parte, navega, se aleja, gira; uno y uno es uno; uno, uno, uno. Todavía uno, todavía uno, uno que desciende, uno suavemente, uno ansiadamente, uno gentilmente, uno felizmente; uno en la bondad, uno en la ternura, uno sobre la tierra, con los codos pegados a las ramas de los pinos, cortadas para hacer el lecho, con el perfume de las ramas del pino en la noche, sobre la tierra, definitivamente ahora con la mañana del día siguiente que va a venir.
  
  
Ernest Hemingway, Por quién doblan las campanas, DeBolsillo, Barcelona, 2012, pp. 502-503.

1 comentarios:

zUmO dE pOeSíA (emilia, aitor y cía.) dijo...

Hermoso párrafo, prácticamente un poema. Leí esa novela hace mucho, pero no recordaba ese pasaje.

Sandra Suárez