[La cuenta del tiempo], Daniel Tammet

sábado, 18 de julio de 2015
Bosque vertical, Tang Kwok Hin


   El estadounidense T. L. Freeman ha propuesto una fórmula que determina la «edad efectiva» de un individuo. Los cálculos de Freeman sugieren que hemos experimentado una cuarta parte del total de nuestras vidas antes de los dos años, y más de tres cuartas partes al cumplir los treinta. Llegada al punto intermedio aproximado de su vida, una persona de cuarenta años percibirá el resto de sus días como una sexta parte de lo que ha conocido previamente. A los sesenta, le parecerá que el futuro dura una dieciseisava parte de lo que duró su pasado. [...]
   Nuestro cuerpo lleva la cuenta del tiempo mucho mejor que el cerebro. El pelo y las uñas crecen a un ritmo predecible. El aire inhalado no se malgasta nunca; raras veces nos entra hambre demasiado pronto o tarde. O miremos a los animales. Los patos y los gansos no tienen más que seguir su instinto para saber cuándo es hora de hacer las maletas y emigrar. He leído casos de bueyes que portaban su carga durante el mismo espacio de tiempo cada día, y a los que ni siquiera el látigo podía convencer de continuar pasado ese tiempo.
   Llevamos la cuenta de nuestros años en la frente y las mejillas. Me extrañaría que el cuerpo pueda perder alguna vez la cuenta. Igual que los bueyes, cada uno sabe en su interior cuándo es el momento de parar.


Daniel Tammet, La poesía de los números, Blackie Books, Barcelona, 2015, pp. 248-249.
 

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