[La infinidad de puntos], Daniel Tammet

miércoles, 11 de noviembre de 2015
 Andrómeda, Anselm Kiefer


   Mi padre había preparado pollo asado con guarnición de patatas, zanahorias y guisantes, que comimos mientras el bibliotecario hablaba. Todas las miradas estaban clavadas en él. Habló sobre el tiempo, sobre la política local y sobre todas las bobadas que emitían sin cesar por televisión. A su lado, su mujer comía lentamente, con una sola mano, mientras la otra tironeaba suavemente su fino cabello negro. En un momento del monólogo de su marido le dio unos golpecitos en la mano que él mantenía firmemente apretada.
   —¿Qué pasa? ¿Qué pasa?
   —Nada.
   Rápidamente devolvió el tenedor al plato. Parecía a punto de romper a llorar.
   Nada duchos en el arte de la hospitalidad, mi madre y mi padre se miraron impotentes. Enseguida recogieron los platos y empezaron a servir las copas de helado. El ambiente en el comedor era gélido.
   Pensé entonces en la infinidad de puntos que pueden dividir el espacio entre dos corazones humanos.


Daniel Tammet, La poesía de los números, Blackie Books, Barcelona, 2015, pp. 26-27.
 

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