[Y no bastara el instante], Rafael Chirbes

viernes, 13 de mayo de 2016
Las flores del viaje, René Magritte


   Cuando pensaba así, me preguntaba qué estabilidad podía tener una relación tan desigual, con objetivos tan dispares. Pero nos gustábamos, nos reíamos de las ocurrencias del otro; cuando hablaba le miraba los labios con deseo, como si me hubiera hipnotizado —aquella boca que chupaba y mordía con suavidad—, y follábamos comme des ânes bâtés, que diría el filósofo, aunque, cuando me quedaba a solas, o, por la noche, cuando lo escuchaba respirar dormido —el silbido de fuelle, la respiración que se quebraba de repente impidiéndome dormir—, me parecía percibir el runrún amenazador de la carcoma. Pensaba que íbamos a pasar un mes más así, al que sucedará otro, y otro, y aún otro más, ¿y luego? Como si aquello, cualquier cosa que fuera lo que teníamos y nos unía, necesitara una finalidad y no bastara el instante.


Rafael Chirbes, París-Austerlitz, Anagrama, Barcelona, 2016.

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