[Una vid torcida], Massimo Recalcati

jueves, 1 de agosto de 2019
Los viñedos de Cagnes, Pierre-Auguste Renoir


La fuerza de la educación no estriba en recuperar [la torcedura] para un ideal estándar de normalidad, sino en potenciarla, defenderla, amarla. Ésa es una buena definición de la educación: 'amar la torcedura de la vid'. Es la tarea que aguarda en primer lugar a los padres y en un segundo momento atañe a la Escuela. Hoy el peligro no reside ya en concebir la educación como el molde autoritario de la tradición, sino en asimilarla a la exaltación del principio de rendimiento que transforma la vida en una perpetua competición. Al contrario, la torcedura de la vid exige la excepción, la desviación, la divergencia, la herejía. ¿Acaso no es siempre una herejía la que está en juego en todo proceso de subjetivación? ¿No es ésta la apuesta de todo legado? Reinventar lo que hemos recibido del Otro de manera singular, sintomática, generando un estilo propio, realizar la vocación de deseo, hacer de nuestra vida una vid torcida.


Massimo Recalcati, La hora de clase. Por una erótica de la enseñanza, Anagrama, Barcelona, 2016. Traducción de Carlos Gumpert.
 

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