En el embarcadero
hay un hombre olvidado
que apura las almendras
de una servilleta
y observa, indiferente,
un beso a pie de dársena.
A su paso, las raíces del amor
crujen como una silla
desvencijada.
Una amarga silueta
de cianuro
le espera junto al muelle.
José Daniel García, Coma, Hiperión, Madrid, 2008, página 20.
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