Córtame el nudo, Gordiano; David Roas

domingo, 27 de diciembre de 2009
CÓRTAME EL NUDO, GORDIANO

Ismael Godínez, lúcido aún, nota cómo su cuerpo se mece como un estúpido pelele colgado del techo de la habitación, y se arrepiente de haber cedido a aquel maldito arrebato. Sus manos actúan de forma autónoma intentando detener la terrible opresión de su cuello, mientras sus pulmones luchan por tragar un poco más de aire. De pronto, un pequeño halo de luz se cuela bajo la puerta. Ismael sabe que puede llegar su salvación, pero no se atreve a moverse: ello aceleraría más su estrangulamiento. Para llamar la atención, lanza unos gemidos sofocados. Al otro lado de la puerta, sus padres escuchan en silencio, felices de saber que Ismael, por fin, ha traído a casa una amiguita.
David Roas



Clara Obligado (ed.), Por favor, sea breve 2: Antología de microrrelatos, Páginas de Espuma, Madrid, 2009, p. 120.

Ante el escritor, Pierre Bayard

jueves, 24 de diciembre de 2009

Cualquier escritor que haya conversado cierto tiempo con un lector atento, o leído un artículo bastante extenso a su respecto, conoce esa experiencia de inquietante extrañeza en que uno se da cuenta de la ausencia de correspondencia entre lo que ha pretendido hacer y lo que se ha entendido. Distancia que no resulta sorprendente si se piensa que, al diferir por definición sus libros interiores, aquel que el lector ha superpuesto al libro del escritor no tiene ninguna posibilidad de ser identificado por éste. [...]

Así, se podría afirmar que las probabilidades de herir a un escritor al hablar de su libro son proporcionales a lo mucho que nos haya gustado. Más allá de los motivos generales de satisfacción que pueden provocar la sensación de coincidir, el esfuerzo para ser más preciso en el enunciado de razones que nos han llevado a apreciarlo lo tiene todo para resultar desmoralizante para el autor, al confrontarlo abruptamente con lo que es irreductible en el otro, y por tanto irreductible en él mismo y en las palabras por medio de las cuales intenta expresarse. [...]

Si es cierto que los libros interiores de dos individuos no pueden coincidir, resulta inútil aventurarse en largas explicaciones frente a un escritor, que corre el peligro de que su angustia crezca a medida que evocamos lo que ha escrito, con la sensación de que le hablamos de otro libro o que nos confundimos de persona. Y con el riesgo de vivir una verdadera experiencia de despersonalización a medida que se confronta con la amplitud de lo que separa a un ser de otro.

Como vemos, cabe ofrecer un solo consejo sensato a quienes se encuentran en la situación de tener que hablar al autor de uno de sus libros sin haberlo leído: elogiarlo sin entrar en detalles. El autor no espera un resumen o un comentario razonado de su libro e incluso es preferible no proporcionárselo; espera tan sólo, preservando la mayor ambigüedad posible, que se le diga que nos ha gustado lo que ha escrito.


Pierre Bayard, Cómo hablar de los libros que no se han leído, Anagrama, Barcelona, 2008, pp. 111-113.

Consejos de almohada, Teresa Serván

lunes, 21 de diciembre de 2009

CONSEJOS DE ALMOHADA

Aquella noche debía decidir si iba a abandonarla. Llegó a casa de madrugada y descubrió que su esposa se había quedado dormida en su lado de la cama. Se acostó en la mitad del colchón que no le correspondía. Echó de menos su almohada, gruesa y firme, gran consejera y tuvo que pelearse con la de su mujer. Él amaneció temprano, dispuesto a ponerse el vestido rojo para la boda del sábado. Ella, extrañamente resuelta a huir con la joven amante que ignoraba tener.

Teresa Serván


Clara Obligado (ed.), Por favor, sea breve 2: Antología de microrrelatos, Páginas de Espuma, Madrid, 2009, p. 158.

Punto final, Javier Almuzara

domingo, 20 de diciembre de 2009

PUNTO FINAL

Sabiendo que el olvido
es el punto final de todo empeño,
empeñarte en crear
la vida al lado de la vida
sólo te llevará a morir dos veces.

Javier Almuzara, Constantes vitales, Visor, Madrid, 2004, página 15.

Constelación del Can, Julio Cortázar

viernes, 18 de diciembre de 2009

CONSTELACIÓN DEL CAN

En un absoluto ninguna pintura necesita de la palabra, pero histórica, temporalmente, el pintor y el espectador cuentan de alguna manera con ella, la provocan y la alimentan. No siempre, sin embargo, se advierte esta diferencia: si hay una pintura que reclama al crítico como intercesor, hay otra que por derecho propio prefiere la voz del poeta. Frente a las pinturas de Jean Thiercelin podrán alinearse las referencias culturales, se escucharán palabras como capto, arcaísmo, obsesión, bizantino, frescos románicos; el poeta lo sabe, pero sabe asimismo de una operación que se cumple fuera de la historia, que suscita en la tela un territorio intemporal, un presente atávico en el que la recurrencia de las imágenes que Thiercelin llama los antepasados es una vez más el espejo del shamán que revela los arcanos de la raza, la continuidad del gran terror de ser un hombre y estar vivo entre muerte y hogueras. Creo que ciertas figuras que ninguna ley de la razón reconoce, rigen nuestra libertad más secreta, esa que tiende sus puentes por fuera de los órdenes de la ciudad; si ya en una ocasión hablé de Rilke, el perro-lobo de de Jean Thiercelin, no puede sorprenderme hoy, mientras miro sus pinturas, que vengan a mi memoria unos versos donde el poeta de Duino se pregunta, mientras escribe, quién o quiénes están murmurando junto con él y a través de él las palabras que traza su pluma; también Thiercelin ha de preguntarse qué manos sostienen con la suya ese pincel de donde nacen los rostros de un linaje obstinado, el murmullo pavoroso de la sangre común que enlaza tantas venas para burlarse del coágulo final, para lanzar su tigre a ese salto infinito que termina y renace en nuestros ojos.

Ilustraciones: Jean Thiercelin



Julio Cortázar, Territorios, Siglo XXI, Madrid, 2009, p. 107.

[No había cañerías...], Siri Hustvedt

lunes, 14 de diciembre de 2009


No había cañerías, y la casa no hacía ruido. Los grillos, constantes y caóticos, conforman un millón de voces al anochecer. Ahora este es mi país, dijo él mientras conducía a través de las llanuras deshabitadas de Dakota del Sur, con el lino azul y el maíz creciendo como siempre, donde uno puede ver hasta el infinito. Este es el país de mi padre, extremado y ventoso, ardiente o insoportablemente frío, y en primavera, la violencia de los capullos rotos y la corteza extraña de los sauces blancos, la presencia diminuta de flores silvestres en el musgo húmedo es la vista que elijo, cerca del suelo, con una mejilla en el fango junto al riachuelo y después dormitando con el ruido de los grillos. El día que me miré al espejo no sabía que cuando uno besa es imposible ver nada; ciega la proximidad a medida que una cara penetra la otra. Es breve y solo queda el estremecimiento del recuerdo mientras recorro la calle. El azafrán nace en primavera, abre rápido y al poco tiempo se marchita.


Siri Hustvedt, Leer para ti, Bartleby Editores, Madrid, 2007.

Augurios, Isabel Cienfuegos

sábado, 12 de diciembre de 2009

AUGURIOS

En mi juventud en el Lacio, sacrifiqué gorriones y palomas. Más tarde, ya en campaña, halcones de fiero vuelo. Después faisanes, pavos de cola real tan azul como el cielo en los atardeceres del foro. Ordené a los arúspices extraer las vísceras para leer en ellas mi futuro. Ahora, en el lecho, ya abatido, daría el tiempo que me queda, por sentir la brisa de unas alas.

Isabel Cienfuegos


Clara Obligado (ed.), Por favor, sea breve 2: Antología de microrrelatos, Páginas de Espuma, Madrid, 2009, página 175.

La gramática del perro, Fabián Vique

viernes, 11 de diciembre de 2009

LA GRAMÁTICA DEL PERRO

En el lenguaje de los perros la palabra hombre se pronuncia "UAU" y la palabra perro se pronuncia "UAU".
Esto demuestra que el lenguaje de los perros no tiene consonantes.
También demuestra la soberbia del perro, que se ve a sí mismo a la par de la más evolucionada de las criaturas.

Fabián Vique


Clara Obligado (ed.), Por favor, sea breve 2: Antología de microrrelatos, Páginas de Espuma, Madrid, 2009, página 176.

[Para una persona...], Nacho Vegas

miércoles, 9 de diciembre de 2009
La noche en nuestra casa, Dorothea Tanning


Para una persona con una esmerada conciencia de sí misma, el insomnio es, oh paradoja, la mayor de las pesadillas.
Pero hay algo que hace preferible las pesadillas al insomnio, como hay algo que hace preferible el sueño a la vigilia.
De aquellas sólo somos conscientes cuando salimos de ellas, cuando despertamos: sensación de alivio.
La vida, sin embargo, no admite alivio de sí misma, a no ser que optemos por utilizar drogas bien fuertes.
No me digan que su vida es una pesadilla porque les acusaré de ligereza.
La vida es más un vastísimo y doloroso insomnio.



Nacho Vegas, Política de hechos consumados (Relatos, monólogos y poemas), Limbo Starr, Madrid, 2009, página 39.

[Sabemos de la vida...], Vicente Martín Martín

domingo, 6 de diciembre de 2009


Sabemos de la vida porque existen
los muertos digitales y los falsos suicidas,
sabemos de la vida por el miedo,
por el dolor que cruza los maizales y el olor de los higos,
por la melancolía que arrastran las muchachas en los túneles del metro,
por las manos prestadas en el sueño a un mendigo,
por las faltas de estilo con que escriben los pájaros
y la artera aritmética de las órbitas artificiales,
___________por la rosa legítima de los enamorados,
___________por los textos en sánscrito,
___________por las palabras no dichas,
___________por la duda y la noche,
___________por la duda y el día,
sabemos de la vida porque ocurren las cosas
y el tiempo siempre acaba mostrándonos los fósiles de los héroes,
porque hay cuadros colgados de las paredes de los balnearios
y hay soldados mecánicos que disparan a los insectos,
sabemos de la vida porque existen cleptómanos postizos
y agentes judiciales ortopédicos

y esto siempre es así porque vivir no engendra sino fobias,
actitudes distantes,
porque vivir es tan sólo una excusa
para mirar al cielo con faltas de ortografía.



Vicente Martín Martín, Como tu piel desnuda, Renacimiento, Sevilla, 2009, páginas 62-63.

Tierra, Viviana Paletta

sábado, 5 de diciembre de 2009

TIERRA

Hacinados sobre cubierta, el cuerpo carcomido por el salitre, los labios llagados. Algunos todavía tenían ánimo de barajar los naipes, de tirar fichas. Otros, deliraban con los pañuelos mojados en la cabeza, calcinados de horas con el sol a sotavento, con el sol a barlovento. Envueltos por el murmullo incesante del batir de las olas contra el casco. El corazón traspasado por el frío de la muerte. Agua que reflejaba el agua. Con alucinaciones donde veíamos islotes, casas, empedrado, la plaza del pueblo, una romería.

Ya no podíamos. Cada vez costaba más encontrar a quien quisiera subir al palo mayor a desquiciarse los ojos para ver una señal. Un día, además de sirenas y delfines que acompasaban el ritmo de la nave, que nos acompañaban de a ratos y luego se perdían en la lejanía, vimos un batiburrillo de ramas con pétalos pegados, como una corona que nos daba al mar. El primero que la vio no dijo nada, pensando que era otra travesura de su delirio. Pero la vio otro, y otro más, y nos pegamos a la borda queriendo esperanzarnos. El grumete trepó a la cofa y se quedó allí cuatro días con sus noches, intentando ver. Sólo nos pedía agua dulce. Fue el primero en discernir, entre tanto aire, ráfagas con otro olor, a flores, a maleza, a lluvia terrenal.

Una madrugada nos sorprendió dormitando sobre cubierta, empapados con el rocío con que nos bañaba la luz lunar. Fue cuando gritó.

Viviana Paletta


Clara Obligado (ed.), Por favor, sea breve 2: Antología de microrrelatos, Páginas de Espuma, Madrid, 2009, pp. 33-34.

Selva de luz, Juan Antonio González Fuentes

miércoles, 2 de diciembre de 2009


SELVA DE LUZ

En descenso camina alzada una selva de luz, aquella que al lograrse ciega sus primeros giros, la que luego sube a conjugar el saldo azul de las aguas, el hecho febril de abrir espacios para velarse triste en la singular partida que nunca acaba.



Juan Antonio González Fuentes, La lengua ciega, DVD Ediciones, Barcelona, 2009, página 35.

Expansión de las ciudades, Carlos Violadé

martes, 1 de diciembre de 2009


EXPANSIÓN DE LAS CIUDADES

El lago se fue vaciando tan despacio
que nadie echó de menos
su presencia.



Carlos Violadé, Montañas de mar, Renacimiento, Sevilla, 2009, página 37.