Aquella noche debía decidir si iba a abandonarla. Llegó a casa de madrugada y descubrió que su esposa se había quedado dormida en su lado de la cama. Se acostó en la mitad del colchón que no le correspondía. Echó de menos su almohada, gruesa y firme, gran consejera y tuvo que pelearse con la de su mujer. Él amaneció temprano, dispuesto a ponerse el vestido rojo para la boda del sábado. Ella, extrañamente resuelta a huir con la joven amante que ignoraba tener.
Clara Obligado (ed.), Por favor, sea breve 2: Antología de microrrelatos, Páginas de Espuma, Madrid, 2009, p. 158.
1 comentarios:
Muy bueno. Enhorabuena por el blog.
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