El violinista azul, Marc Chagall
EL VIOLINISTA AZUL
MARC CHAGALLA Elena Escribano
No subo a los tejados
para esconder mi música,
ni para ver de cerca
el vuelo de los pájaros,
ni salpicar al viento
con un roce de mano.
No escapo de las calles,
ni de la madreselva
extraña y repentina
que surge entre los muros
algunas raras veces
después de haber llovido.
No me acerco a la luna para invocar promesas,
ni acompasar mis notas con un sueño lejano,
no pretendo el azul que nombra mis recuerdos,
ni este nítido polen que añoro en mi rutina.
Sólo soy alguien que busca
en su cadencia triste
la tierna imagen leve de aquello que ha dejado:
un parque, una almadraba,
una efigie de sal
fugaz, descolorida.
Porque existen palabras
que adquieren el sentido
en su desuso, acordes
que sólo son canción
en su abandono, como también esta ciudad
que sólo se vislumbra en su distancia, esquiva
a cualquier aire o dedo
que pueda deshacerla.
José Ángel García Caballero, Llaves olvidadas, Renacimiento, Sevilla, 2010, pp. 46-7.