AHORA SABEMOS QUE AMÉRICA E INDIA SON SITIOS DISTINTOS
Pregúntame lo que quieras. No tienen sangre las piedras. Un camello puede caminar cincuenta kilómetros sin agua. La vida de un hombre dura menos de treinta mil días.
Nuestro es el solemne privilegio de decidir si no queremos sanar.
Háblame mil veces.
Fani Papageorgiou, Cuando dijiste no, ¿querías decir nunca?, Bartleby, Madrid, 2016, p. 35.
Cada uno de nosotros está hecho de lo imprevisible más que de lo probable. [...] Cada instante que pasa deja tras de sí una infinidad de vidas posibles que han estado a punto de ser.
David Le Breton, Desaparecer de sí. Una tentación contemporánea, Siruela, Madrid, 2016.
La verdad es lo que quema. La verdad es menos en la palabra que en los ojos, las manos y el silencio. La verdad son los ojos y las manos que arden en silencio.
Christian Bobin, La présence pure, Éditions Le temps qu'il fait, París, 1999.
Algunas
personas se deshacen [...] de su centro de gravedad, dejándose llevar
hacia el no-lugar. Buscan un des-nacimiento, un despojamiento del máximo
número de capas de identidad, no para recomenzar a vivir, para renacer,
sino para borrarse con discreción. Ciertas personas que mueren ya
habían desaparecido mucho tiempo atrás. La muerte no era más que una
formalidad.
David Le Breton, Desaparecer de sí. Una tentación contemporánea, Siruela, Madrid, 2016.
Un hombre es un ángel que perdió el rumbo [...]. Hubo un tiempo en que los hombres, todos ellos, fueron verdaderos ángeles, y entonces tenían la oportunidad de elegir entre el bien y el mal, con lo que era fácil ser un ángel. Y luego pasó algo. Algo fue mal o se rompió o fracasó. Y entonces se vieron ante la necesidad de una nueva elección, no entre el bien y el mal, sino entre el menor de dos males, lo que les había desquiciado, y ahora eran hombres.
Philip K. Dick, Gestarescala, Cátedra, Madrid, 2016.
El dolor no te da nada, puede ser que al principio sí que te ayude a conocer algo más: comprobar que la caverna humana es aún más oscura de lo que crees, pero luego, a partir de un momento, te quita la piel, te deja desnudo. No hay purificación en el dolor, ni elevación, como nos predica la ascética. Ni siquiera en un animal te convierte el dolor. El perro salta, te da la pata, mueve la cola, si goza de salud; y se acurruca y gime cuando enferma. Digamos que te convierte el dolor en un animal sombrío, dañino. Te enturbia.
Rafael Chirbes, Crematorio, Anagrama, Barcelona, 2007.
El
individuo está en el filo de la navaja, obsesionado con la posibilidad
de desaparecer de una vez por todas: se sitúa en el último límite. [...]
Cuando el sentido ya no sostiene a la persona, esta no puede hacer otra
cosa que caer, pero mientras cae todavía sigue viva.
David Le Breton, Desaparecer de sí. Una tentación contemporánea, Siruela, Madrid, 2016.
El
dibujo hecho sobre el mapa, la elección de los aperos de viaje, las
notas que se toman sobre los puertos que se habrán de visitar, las
previsiones de tormentas marinas o de avistamientos de fauna. Eso es la
felicidad: un trazo hecho sobre un mapa.
Luisgé Martín, El amor del revés, Anagrama, Barcelona, 2016.
El dominio de la actualidad margina el movimiento y, con el movimiento,
el tiempo. El dominio de la actualidad es la desaparición del tiempo.
Todo es actual. Lo convertimos todo en predicados de sujetos y anulamos
la atención al tránsito. Decimos A es B, cuando lo que habría que
reconocer es el movimiento de A a B, de una cosa a otra. En esto último
hay diferencia: "una cosa" y "otra cosa", es decir, movimiento y tiempo.
En cambio, con la nivelación, es decir, con la supresión
de la diferencia, todo es considerado objetivable y dominable. La
actualidad lo es todo y lo acapara todo. Incluso la posibilidad. Hay
cosas que todavía no conocemos o que aún no podemos producir. Pero esto
mismo ya está determinado en el seno de la misma actualidad. Y de esta
manera ser ha dejado de nombrar la diferencia para nombrar solamente
la expansión. [...] Estar informado de la actualidad es saber lo que
ya ha llegado, como si el futuro nos fuese viniendo. [...] Y henos aquí
mudados en servidores —por no decir esclavos— de la actualización del
futuro.
Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad, Acantilado, Barcelona, 2015.
Nada
más terminado un libro ya empieza a convertirse en un remordimiento que
unas veces se cura con el tiempo y otras no, y para el que solo existe
el antídoto de empezar otro libro en el que será posible no cometer los
mismos errores: si hay suerte, se cometerán errores distintos.
Antonio Muñoz Molina, "20 años, 20 lecciones", El País, 22 de enero de 2011.
Tenemos
estrías y colgaduras en la piel pero creemos aún en la bondad humana,
en la justicia o en el amor eterno. No hay camino de perfección, no hay
mejoramiento. En la madurez somos igual de necios y de crueles, tenemos
la misma impaciencia y los mismos vicios –a veces más–, pero hemos
perdido el resuello, el vigor y la belleza. El resto de las bellezas son
sucedáneas, inventadas para no morir. Y aun así morimos.
Luisgé Martín, El amor del revés, Anagrama, Barcelona, 2016, p. 206.
No queda nadie en pie, los tuyos duermen. El silencio se vierte sin prisa en tus oídos. Un no es no es no. No hay nadie a quien culpar, ningún pretexto. Alguien, en otra noche, piensa furiosamente en ti.
Jordi Doce, No estábamos allí, Pre-Textos, Valencia, 2016.
Así debe de ser como nos manejamos la mayoría de nosotros en el mundo,
medio a sabiendas, medio sin saber, asaltados por recuerdos que no
pueden ser ciertos. Pero cuando veo a los demás andando con seguridad
por la calle, como si estuvieran completamente libres del terror, me doy
cuenta de que no sé cómo son los demás. Hay mucho en la vida que parece
pura especulación.
Elizabeth Strout, Me llamo Lucy Barton, Duomo, Barcelona, 2016.
Está
demostrado que más información no conduce de manera necesaria a mejores
decisiones. La intuición, por ejemplo, va más allá de la información
disponible y sigue su propia lógica. Hoy se atrofia la facultad superior
de juzgar a causa de la creciente y pululante masa de información. Con
frecuencia, un menos de saber e información produce un más. […] La
sociedad de la transparencia no permite lagunas
de información ni de visión. Pero tanto el pensamiento como la
inspiración requieren un vacío. [...] Amor sin laguna de visión es
pornografía. Y sin laguna de saber el pensamiento degenera para
convertirse en cálculo.
Byung Chul-Chan, La sociedad de la transparencia, Herder, Barcelona, 2013.
¿Real? ¿Quieres hablar de realidad? No hemos vivido nada remotamente parecido desde el principio de siglo. La apagamos, le sacamos las pilas, comimos una bolsa de organismos modificados genéticamente y tiramos los restos en el basurero creciente de la condición humana. Vivimos en casas con marca de corporaciones, construidas con números bipolares, que suben y bajan en pantallas digitales y nos hipnotizan en el más profundo sueño conocido por el hombre. Hay que buscar mucho, muchacho, para encontrar cualquier cosa que sea real.
Me tumbé en una duna y miré al cielo
Cuando los niños eran chicos y jugaban en la playa
Llegaste desde atrás, te vi pasar
Estabas siempre tan cerca y a mi alcance
Sara, Sara
¿Qué te hizo cambiar de idea?
Sara, Sara
Tan fácil de ver, tan difícil de explicar
Aún puedo verlos jugar con sus cubos en la arena
Corren hasta el agua para rellenar los baldes
Aún puedo ver las conchas cayendo de sus manos
Mientras se persiguen por la pendiente
Sara, Sara
Dulce ángel virginal, dulce amor de mi vida
Sara, Sara
Joya radiante, mística esposa
Durmiendo en el bosque, junto a una fogata
Bebiendo ron blanco en un bar de Portugal
Los niños juegan a pídola y oyen la historia de Blancanieves
Tú en el mercado de Savanna-la-Mar
Sara, Sara
Está todo tan claro, jamás podría olvidar
Sara, Sara
Amarte es lo único que no lamentaré
Aún escucho las campanas metodistas
Ya había completado el tratamiento
Pasaba días enteros sin dormir en el hotel Chelsea
Escribiendo para ti "Triste dama del llano"
Sara, Sara
Por mucho que viajemos, nunca nos separamos
Sara, Sara
Hermosa dama, amor de mi alma
¿Cómo te conocí? No lo sé
Un mensajero me envió una tormenta tropical
Allí pasaba el invierno, claro de luna en la nieve
Y en Lily Pond Lane cuando llegaba el calor
Sara, Sara
Esfinge de Escorpio con traje de percal
Sara, Sara
Debes perdonar mi pequeñez
En la playa desierta sólo quedan las algas
Y los restos de un barco que yace en la orilla
Siempre acudiste cuando necesité tu ayuda
Me diste un mapa y la llave de tu puerta
Sara, Sara
Adorable ninfa con arco y con flecha
Sara, Sara
Nunca me dejes, no te vayas jamás
Bob Dylan, Letras 1962-2001. Traducción de Miquel Izquierdo y José Moreno.