Río azul y cascada, Kent Shiraishi
EL RÍO
Si pudiera elegir, sería un río.
Siempre el mismo pero sin ser el mismo nunca.
Un río hundiéndose como daga en el mar
en el exacto instante repetido
en el que nace sin testigo alguno
entre las grietas de una peña y se desliza como lágrima.
Y a cada instante ser también
hilo de agua solitario entre árboles pacientes
que levanta un rumor de agua nerviosa
o se ensancha orgulloso al paso de ciudades
por reflejar torres del oro y vanas catedrales,
o da de beber al ganado en un recodo
o se inventa piscinas para que se bañen los chavales.
No, nuestras vidas no son ríos:
ellos siguen naciendo cuando mueren,
siguen corriendo alegres, violentes,
o se remansan en los valles.
Si pudiera elegir, sería un río, cualquier río,
algo que siempre está naciendo,
algo que está pasando siempre,
algo que muere en cada instante.
Juan Bonilla, Poemas pequeñoburgueses, Renacimiento, Sevilla, 2016, pp. 17-18.
1 comentarios:
Los ríos se acaban y desembocan en el mar, pero la vida es más bien un tren que de pronto se para, sin llegar a ningún destino, sin desembocar en ninguna ciudad, sin alcanzar ninguna estación de término. De pronto se para, a veces abruptamente. La vida se para y ya está.
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