Estantería de libros con escritos de música, Giuseppe Maria Crespi
La eternidad es una biblioteca y Borges el bibliotecario. El tiempo es el polvo que no hay. Allí, todos los libros que nos ha sido imaginar nos esperan: los que se han escrito antes, los que se escribirán después y los que no se van a escribir nunca. Las páginas que pasan son los ángeles. Dios, que por algo se empeñó -erre que erre- en hacerse carpintero (con lo lejos que hubiese llegado de estudiar una carrera), se dedica a construir estanterías.
Eduardo Fraile Valles, Con la posible excepción de mí mismo, Tansonville, Valladolid, 2001.
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