LA NATACIÓN Y EL AIRE
En eras primitivas,
cuando el verbo aguardaba sumergido
los peces empleaban
una antigua vesícula
que era brújula y bronquio,
fuente del equilibrio
y la respiración bajo las aguas.
En nosotros pervive un testimonio:
¿quién no ha sentido en sueños que volaba
como dando brazadas en el mar?
Durmiendo respiramos con el órgano
extraño que los peces han perdido,
el mismo que dirige las imágenes,
y el ritmo del pulmón orienta el vuelo
y sudamos en busca de un líquido remoto
y levamos el cuerpo como quien muta en pájaro.
Mientras siga ocurriendo —mientras haya
sueños y voluntad de remontarlos,
memoria y reflexiones abisales,
fusiones de elementos y de ciclos—
flotará la poesía. En el futuro
volar será nadar con más conciencia.
Andrés Neuman, Década (Poesía 1997-2007), Acantilado, Barcelona, 2008, página 134.
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