ABRIGO AZUL
Hace un frío de muerte, un frío triste
incluso para enero y para estar tan solo.
Y yo soy poco menos que una persona hundida
en las solapas de mi americana,
un ser raro del frío que gasta americana, un sospechoso,
alguien que bien podría enseñar una placa o un cuchillo.
Y ahora me acuerdo de mi abrigo azul
de pelo de camello,
el mejor que he tenido. Tú me lo regalaste.
Recuerdo que llegaste con él a la oficina y allí mismo
me lo probé. Mis compañeros
se reían y a mí me daba igual.
Era un señor abrigo, lo escogiste
a ojo de buen cubero: me caía perfecto.
Se podía plantar cara al invierno con un abrigo así.
Pero ahora no lo llevo y mira que hace frío en estas calles
de todos los demonios. El abrigo
estará a mil kilómetros, cálido para nadie, piel gastada.
Tú y yo estamos también a mil kilómetros
o a cien mil años luz, igual que dos cometas, y si nos encontráramos
sólo cabría un choque: un cataclismo.
Mi querida enemiga: finalmente
ocurrió lo que entonces, cuando venías con tu bolsa y en la bolsa el abrigo
y yo me lo probaba en la oficina
como se viste un príncipe en el día de su coronación,
ha ocurrido lo que era en aquel tiempo la peor de nuestras pesadillas: no estar juntos.
Y me pregunto cuándo, en qué momento, a lo largo de eones que han pasado, desde que el mundo era
una gran primavera reluciente,
empezaron las cosas a ir tan mal,
tan rematadamente mal,
y a hacer tanto, tanto frío.
Y supongo que tú
también tendrás noches a la intemperie
—como esta misma— en las que haces recuento de errores y fracasos, y no sé
qué clase de calor será el que eches de menos.
Seguro que yo hice algo por ti,
pero no lo recuerdo, algo inocente o práctico, o generoso o noble,
que compensa todos esos errores
y a ti te reconforta en las peores noches
y a mí me salva.
Mi abrigo azul de pelo de camello.
En mi vida he tenido
un abrigo tan puñeteramente bueno como aquel.
José Luis Piquero, El fin de semana perdido, DVD Ediciones, Barcelona, 2009, páginas 44-45.
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1 comentarios:
Gracias por recordar este poema.
JLP
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