y no tener un labio
en el que adormecerse. Ser
sílaba caída
en un desierto, luz
abrumada de otra noche
leve y secreta en tu memoria.
Se puede ser un verso inexistente
y morir olvidado
entre las páginas de un libro.
Rosa caída o luna extraña.
Se puede ser olvido sin recuerdo
y no tener las letras
para escribir tu nombre.
En toda noche habitan
las palabras que mueren.
José María Muñoz Quirós, El rostro de la niebla, Hiperión, Madrid, 2009, página 38.
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