Corazón en la mano, Sooji Woo
El cartero me ha preguntado el nombre, se lo he dicho y después para evitar cualquier error lo ha repetido él dos veces antes de entregarme el paquete. Hace tiempo que no creo en la buena suerte, el cartero tampoco cree en la buena suerte y lleva el bolsillo lleno de parches para las ruedas de su bicicleta. A un corazón no se le ponen parches, simplemente lo tiramos cuando se desinfla.
Jesús Zomeño, Piedras negras, Lengua de Trapo, Madrid, 2013, p. 89.
1 comentarios:
Los corazones parcheados son difíciles de cuidar, siempre tienen alguna fuga. El mío lleva doble cámara y todavía pierde.
Besitosmil.
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