Puede que fuera yo quien lloraba, puede que fuera en mí donde llovía.
Agustín Fernández Mallo
A través de la ventana se puede apreciar sin gran esfuerzo la continua cascada de gotas que se precipita desde el cielo. A veces, el agua inunda todas las realidades sin excepción, y cualquiera podría extender su mano hacia el abismo, y sentir cómo un frío estanque se compone en el lienzo de su palma. En ese caso, todo el mundo está de acuerdo: llueve. Sin embargo, en otras ocasiones, solamente se puede ver la lluvia desde dentro, desde el interior de la retina, y de esta forma, aunque luzca el sol, su calor y sus rayos se pierden entre el aire pálido, y aunque simplemente esté nublado, a pesar de sus reiterados esfuerzos por controlarse, las nubes no consiguen contener su llanto. Y entonces llueve por dentro, o por fuera, o qué importa: llueve. Y solamente podría llegar a escampar en algún otro tiempo, en algún otro lugar, en otra dimensión que quizás nunca haya existido, quizás ni siquiera en forma de sueño, de mar infinito, de nube. La única realidad es que, de una forma u otra, ya lleva aquí mucho tiempo lloviendo, y no creo que nadie, de algún modo de los posibles, vaya algún día a cerrar el grifo del cielo.
2 comentarios:
Chove en Santiago, meu doce amor... Hay que reconocer que, aunque fastidie muchas veces, la lluvia es un espectáculo casi siempre precioso. Ala, ya me estoy pasando con el cupo de comentarios, me estoy desmadrandoo!!Beeesos
S.a
Eso pretendía ser una simple S. pero mira, me ha quedado original.
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