ALMUERZO
El minutero apremia. El hombre y el niño se marchan. Ambos se despiden de ella con un beso apurado y el abrazo de rutina. Queda el más pequeño. Toma el biberón y mira la tele. Ella se va hacia la cocina y, apenas entra, oye el llanto indómito de su hijo que la reclama. Recoge lo necesario y regresa. Se sienta en el sillón. Él se calma y le ríe con las lágrimas aún resbalando por sus mejillas. Ella le devuelve el gesto mientras coge con fuerza el cuchillo y trata, inútilmente, de matar otra mañana.
José Luis Torres Vitolas, L, Albatros, Genève, 2010, p. 19.
El minutero apremia. El hombre y el niño se marchan. Ambos se despiden de ella con un beso apurado y el abrazo de rutina. Queda el más pequeño. Toma el biberón y mira la tele. Ella se va hacia la cocina y, apenas entra, oye el llanto indómito de su hijo que la reclama. Recoge lo necesario y regresa. Se sienta en el sillón. Él se calma y le ríe con las lágrimas aún resbalando por sus mejillas. Ella le devuelve el gesto mientras coge con fuerza el cuchillo y trata, inútilmente, de matar otra mañana.
José Luis Torres Vitolas, L, Albatros, Genève, 2010, p. 19.
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