INUNDACIÓN
Una mañana, la mujer de Tesalio lo despertó para decirle:
—Mi amor, estamos inundados.
—No importa —respondió Tesalio entre dientes, dando vueltas en la cama y sin abrir los ojos—, sacamos el agua y asunto arreglado.
—Es imposible —replicó ella—, estamos en el mar.
—Ah, entiendo —dijo Tesalio.
Y se ahogaron.
Una mañana, la mujer de Tesalio lo despertó para decirle:
—Mi amor, estamos inundados.
—No importa —respondió Tesalio entre dientes, dando vueltas en la cama y sin abrir los ojos—, sacamos el agua y asunto arreglado.
—Es imposible —replicó ella—, estamos en el mar.
—Ah, entiendo —dijo Tesalio.
Y se ahogaron.
Gabriel Jiménez Emán, El hombre de los pies perdidos, Thule, Barcelona, 2005, p. 50.
2 comentarios:
Gracias, Raquel, por traernos estos trozos de sonrisas y metáforas. Las goteras en la pareja, como las vías de agua en la barca, hay que arreglarlas pronto.
Más de un microrrelato habrá servido para sellar algún tipo de grieta. Y si no queda más remedio que ahogarse, que sea entre palabras.
Gracias a ti por pasarte, Ximens. Saludos.
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