Alguien que ya no está. Que ya no existe. Esa persona desaparece incluso de las conversaciones de quienes más cerca estuvieron de ella. Quienes más quisieron a alguien en vida no son siempre los que más lo recuerdan tras la muerte. La han querido a rabiar a esa persona, y luego la olvidan. Ocurre. No sabemos lo que guardará la memoria. La cabrona memoria: un guardia municipal que dirige el tráfico a su antojo, que da paso a los vehículos a su arbitrio, sin tener en cuenta las necesidades circulatorias de la ciudad; o que a lo mejor se comporta con esa apariencia arbitraria precisamente para guardar un orden secreto, que desconocemos, que no somos capaces de percibir.
Rafael Chirbes, Crematorio, Anagrama, Barcelona, 2007, p. 295.
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