NUESTRAS COSAS
El día en que cumplí ocho años
me acerqué a mi hermana mayor
que lloraba.
¿Por qué lloras?, pregunté.
Porque los abuelos se van a morir pronto
y después los papás
y después nosotros
también nosotros nos moriremos un día.
Estremecido como una pobre bestia por la revelación
también yo me eché a llorar
allí mismo
junto a mi hermana.
¿Qué les has hecho a los niños que lloran tanto?,
preguntó mi padre al llegar del trabajo.
Nada, déjalos estar
respondió mamá:
cosas de críos, que sé yo.
Lloran por
sus cosas.
Sergi Puertas
Ignacio Escuín Borao, Aquel agosto de nuestras vidas y 100 balas de plata clandestinas, Ediciones del 4 de agosto, Logroño, 2012, pp. 59-60.
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