[Sin embargo], Philippe Forest

lunes, 3 de agosto de 2015
 Sharon Nowlan


   Cuando su padre agoniza, escribe Issa: «Cuánta verdad contiene el proverbio que recuerda que mueren todos los que nacen, y que todo encuentro en este mundo no es más que un adiós» —sabiduría convencional, parecida a la que utilizan Ias filosofías y las religiones—. Pero en el momento más sombrío de su vida, mientras contempla a su esposa llorar aferrada al cuerpo de su hija, Issa, abatido y envejecido, recibe de esa joven mujer y esa niña con las que vivió una verdad más profunda que ninguna otra. Cuenta: «Su madre gemía y se agarraba al cuerpo frío de la niña. Yo conocía su sufrimiento, pero sabía también que las lágrimas eran inútiles, que el agua que pasa bajo un puente nunca vuelve, que las flores marchitas se han perdido para siempre. Y sin embargo, nada que yo hubiera podido hacer habría roto el vínculo del amor humano».
  
   Y en ese momento —sólo en ese preciso momento— Issa compone el poema que dice:   
  
sólo rocío — es el mundo, rocío — y sin embargo



Philippe Forest, Sarinagara, Sajalín, Barcelona, 2009, pp. 81-82. 
  

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