Resistencia, Aleksandar Marković
Si buscáramos un antónimo de claudicación, posiblemente sería resistencia. Pero los antónimos perfectos no existen y a veces para resistir hay que claudicar un poco, de la misma forma que para claudicar conviene ser fuerte. Sin heroísmos. Nos queda la esperanza de que claudicar no signifique lo mismo que resignarse y de que, cuando uno claudica porque no le queda más remedio —pagar la hipoteca, comprar el pan—, le vaya brotando en el centro de la médula espinal la preciosa y legítima semilla del rencor que, bien administrada, puede dar grandes frutos. Sigo oyendo las trompetas, pero en sordina.
Marta Sanz, No tan incendiario, Periférica, Cáceres, 2014, pp. 161-2.
1 comentarios:
La esperanza siempre tiene que existir en el corazon.
Felices Días.
Llegan días muy especiales, las cosas no volverán a ser las mismas:
¿o tal vez sí?
Estas fechas nos cambian, rejuvenece la memoria y con la barra de carmín rojo pasión nos dibujamos una sonrisa que demasiadas veces esconde el invierno del alma. Nos vestimos con el satén que desborda la noche intentando ocultar que somos un lienzo donde las heridas no siempre restañan la sincera entrega de la confianza, la insinuante mirada del alba, todo aquello que da vida a los sentimientos.
Se marchan días y llegan otros prometiéndonos sueños y como siempre pondremos de nuestra parte el coraje, el compromiso, la seducción para que esa sonrisa bordada en rojo no tenga fecha de caducidad, pero no dependerá solo de nosotros encontrar la respuesta a una caricia, no dependerá solo de nosotros escribir un te quiero sobre la piel desnuda de la luna.
Os deseo, de corazón, que vuestras sonrisas, que vuestros sentimientos, en los días que llegan no conozcan el invierno del alma.
Besos.
Lunna
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