Hemos pasado mucho tiempo juntos, languideciendo ante nuestros problemas. Siempre te cuidaba lo mejor que sabía. Y hablábamos todos los días, ¿te acuerdas? Te decía que había que ser fuertes, que teníamos que aguantar. Yo lloraba y tú, a tu manera, también lo hacías.
Te has ido mermando sin que apenas yo percibiera nada, pues siempre te he visto con buenos ojos. Parece que la vida se ha evaporado de ti. Todos, con absoluta frialdad, te dan por muerto, pero yo no puedo, no quiero creérmelo. Sé que todavía puedes despertar, todavía puedes florecer de nuevo.
Y lo que más me duele es que me digan que me busque a otro, no comprendo cómo pueden encerrar tanta insensibilidad entre sus raíces. Pero no tienes por qué preocuparte. Desde aquí sólo quiero prometerte que, pase lo que pase, tú siempre serás mi bonsái.
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