LUZ OTORGADA
La gracia de evocar ciertas imágenes
es semejante al sueño.
Así, una tarde,
observas las montañas al poniente,
perceptibles y nítidas, al aire
de una luz irreal, reveladora,
que la niebla no impide transparente.
Y estás en otra parte, y desconoces
el nombre del lugar donde te encuentras;
en la extrañeza y en la incertidumbre
eres el extranjero que regresa
sin haber renunciado al territorio.
Allí, emboscado,
transitas las imágenes del tiempo
buscando las señales. Sólo entonces
empiezas a entender que el que recuerda
no es el mismo que ajeno se detiene
y en su disolución se reconoce.
Juan Cano Ballesta (ed.), Poesía española reciente (1980-2000), Cátedra, Madrid, 2005, página 218.
0 comentarios:
Publicar un comentario