Insomne amanecer nace la noche.
Una gruta de asfalto en flor pálida oscurece.
Sólo un simple sonido el silencio crea.
Reniega, rompe la creación y despunta
lo hundido ante el más allá,
crece, domina y rima un ritmo romo de metal
antes del viento que narró
el futuro perfecto del silencio.
Tiembla el pulso arrastrado por el juego
y la lágrima calla para el ojo que no quiere ver,
y todo estuvo nunca ahí,
ante el fugaz recuerdo
que siempre vendrá.
Insomne noche nace el tiempo.
En la lejanía
vibra aún un alma que es llama y siente.
Miguel Ángel Sicart, Donde se abren las puertas, Fugger Libros, Madrid, 2001, página 39.
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