ÁRBOLES
Cuando a mí me explicaron la semántica
el viejo profesor nos dijo a todos:
"Quiero que se imaginen un gran árbol".
Y nosotros, que aún no conocíamos
el amor ni la pérdida, pudimos.
Y yo imaginé un pino sin saber
si aquello estaba bien, si no sería
mejor haber pensado en otra cosa;
un álamo o quizás un alcornoque.
"¿Y usted en qué ha pensado?", me tronaron.
En un pino, señor, dije afligido.
¡Ah!, dijo el profesor, meditabundo.
Y entonces escalé para escapar
del profesor, del aula y de los ojos
huecos de la semántica. Subí
hasta sentir las ramas doblegarse,
hasta sentir que el pino me advertía:
"No subas más, mejor hubieras hecho
imaginando un roble, vuelve, ¡vuelve!"
Pero yo no sabía de semántica
y ascendí hasta quedar en equilibrio,
a merced de cualquier idea o viento.
Y desde allí, por fin, los pude ver:
sonreían con miedo entre las copas;
sobre abedules, plátanos, sabinas,
magnolias, eucaliptos y secuoyas.
Y un errático punto allá en el suelo
hablaba de los árboles, del árbol,
de la significancia y de otras cosas.
Pero nadie escuchaba sus palabras.
Ben Clark, Memoría, Huacanamo, Barcelona, 2009, pp. 44-45.