Swift inventó el país de Liliput, poblado por hombres diminutos, y Tomás Moro la isla de Utopía, cuya capital es Amauroto. Yo también me dedico a inventar lugarse imaginarios. Sin ir más lejos, ayer dibujé un círculo con guijarros en el patio y lo nombré Imperio de Chu. Chu es un país árido, sembrado de agujas de pino y habitado sólo por hormigas. Más allá de sus fronteras se extienden parterres con begonias y crisantemos, y también un sendero de grava que conduce hasta la verja de salida, esa verja que siempre permanece cerrada (al menos, para mí). Todos los imperios están condenados a desaparecer: esta mañana, el jardinero arrasó Chu al pasarle un rastrillo por encima. Como me encaré con él, las enfermeras decidieron inyectarme una nueva dosis de tranquilizante.
Clara Obligado (ed.), Por favor, sea breve 2: Antología de microrrelatos, Páginas de Espuma, Madrid, 2009, p. 102.
Clara Obligado (ed.), Por favor, sea breve 2: Antología de microrrelatos, Páginas de Espuma, Madrid, 2009, p. 102.
2 comentarios:
Leyendo este precioso texto me asalta la duda... ¿No será el relator el que llegó con su espada de madera y zapatos de payaso
a comerse la ciudad Compró suerte en Doña Manolita y al pasar por la Cibeles quiso sacarla a bailar un vals como dos enamorados y dormirse acurrucados a la sombra de un león?
http://www.youtube.com/watch?v=9xcT0nL-Jws
Unha aperta e feliz aninovo.
Sí que podría serlo... y ahora con su imaginación (que eso nadie se lo puede quitar) estaría intentando construir un mundo mejor que el que se encontró tras la valla.
Por cierto, gracias por la recomendación de El erizo. Tanto a Sandra como a mí nos gustó mucho.
Saludos y feliz año.
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