Muñecas rusas, Hisham Khalifa
MATRIOSKA
Cerró la puerta dejando atrás el frío aliento de diciembre. Primero, en el zaguán, se deshizo con torpeza de unos guantes que pasaron a adornar la languidez del perchero, al igual que el gorro, la bufanda y el plumífero, y recluyó en el zapatero sus botas recién desenquistadas. Ya en su habitación, el cuello del jersey avanzó reptilmente por su cara, los pantalones se arrodillaron como un acordeón ante sus pies, y espolvoreó sobre la silla la ropa interior que antes rasgaba su piel en silencio. Sobre el tocador, dos pares de pendientes, un colgante y un indeterminado número de pulseras aterrizaron con el estrépito del metal que se sabe abandonado.
Levantó entonces la vista hacia el espejo. No le devolvió nada salvo un acendrado vacío erguido en medio de aquel cuarto.
Levantó entonces la vista hacia el espejo. No le devolvió nada salvo un acendrado vacío erguido en medio de aquel cuarto.
4 comentarios:
Está escrito con estilo. ¿Es tuyo?
Sí, lo escribí yo. Me alegra que digas eso xD
Desnuda literatura. Como sempre moi expresivo e fondo. Noraboa
Es precioso, Raqel.
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