El sueño es como una partida de ajedrez conmigo mismo, pero sin reglas. El alfil hace de torre, el caballo avanza verticalmente, e incluso los peones pueden declararse reyes. Cada noche los tronos de la razón son usurpados por advenedizos y nouveaux riches. Y en cada despertar fingimos que el antiguo régimen ha sido restaurado.
Rafael Argullol, El cazador de instantes, Acantilado, Barcelona, 2007, página 42.
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