Dime, aunque sea mentira, que me quieres y que te mueres por fugarte conmigo adonde podamos hacer nuestra historia realidad. Miénteme al decir que no te importa mi metro de estatura ni esta voz acuchillada que tengo, que tu amor compensa todos los defectos. No tengo ánimo para salir de nuevo, dime todo esto una vez más, para poder resistir la función, aunque seas la mujer barbuda y no me quieras.
David Mena, La novia de King Kong, Berenice, Córdoba, 2011, página 127.
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