Ocurrió esta tarde, en el andén, mientras esperaba el tren a Barcelona.
La luz encendió la tierra entre las vías. La tierra tuvo de pronto un color muy vivo, como si se le hubiera subido la sangre, y se hinchó bajo las vías azules.
Yo no estaba feliz, pero la tierra sí, mientras duró ese largo instante, y era yo quien tenía conciencia para saberlo y memoria para recordarlo.
EDUARDO GALEANO, Días y noches de amor y de guerra, Laia, Barcelona, 1981 (1978).
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