Silencio blanco, Pavel Tereshkovets
Las palabras se traban
como descompuestos mecanismos de relojería.
La soledad gotea torpemente.
Y además de futuro,
el tiempo de la muerte ahora es también pasado.
Debo empezar a vigilar ciertas zonas
que no son ni vida ni muerte,
ni temperaturas erguidas, ni climas arrodillados.
Debo empezar a vigilar mis propias pulcritudes.
Es verdad que me he liberado por lo menos
de la ilusión de prescindir de los soportes.
Hasta la rosa necesita tallo
y hasta el aire una sombra.
Tal vez tenga que volver humildemente
a desempolvar algunos olvidados apoyos.
o a consentir quizás que entre el ojo y el dedo
se aglomere de nuevo
el espacio más íntimo:
el tacto visceral y perfecto de una lágrima.
Roberto Juarroz, Poesía vertical, Cátedra, Madrid, 2012.
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