Copos negros, Anselm Kiefer
Lo que comprendí de forma diáfana, como si hasta entonces mis ojos hubieran vivido ocultos tras unas gafas mal graduadas es que, si se observa con atención, el mundo es un lugar tan extraño que hemos de corregir nuestra mirada de modo constante para que el terror no nos invada en la mesa del desayuno, en las reuniones de trabajo o mientras practicamos el sexo una vez por semana.
Ricardo Menéndez Salmón, “La vida en llamas”, Gritar, Lengua de Trapo, Madrid, 2007, p. 15.
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