Judy Dater
Estamos enterrados y hablamos en voz alta para no morirnos. Para
constatar que aún la tierra no nos ha desecado la boca y la faringe.
[...] Hablamos porque no nos queda más remedio que hablar. Vivimos en
una situación permanente de últimas palabras.
Marta Sanz, Farándula, Anagrama, Barcelona, 2015, p. 231.
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