[Entonces, con el crédito...], Agustín Fernández Mallo

jueves, 26 de noviembre de 2009

Entonces, con el crédito de haber accedido a una segunda vida, y quizá como folclórico rito que trae recuerdos de la primera, dieron inicio mis visitas a la tumba, lo que equivalía a decir al recuerdo del Proyecto. Solía salir al amanecer tomando el sendero que conducía directamente a la playa, acompañado por la luz de la luna si la había y por las luces titilantes de la isla que se veía en el horizonte. Iba recogiendo lo que veía, variaciones de lilas y amarillos de manzanillas que combinaba con intensos verdes; discretos ramos que yo creía dignos epitafios, y que clavaba en la tierra, a la cabecera de la tumba.

En un principio no ocurrió nada, pero a los pocos días mi ramo había desaparecido y en su lugar había otro también silvestre que yo me encargué de hacer desaparecer para clavar de nuevo otro. Esto ocurrió 3 o 4 veces.

Una mañana, yendo yo de regreso, nos cruzamos. Por sus constantes paradas y flexiones supe que él también arrancaba lo que veía. Fue uno de esos encuentros cargados de temor nervioso hasta que una vez pasado lamentas no haber exprimido del todo el azar de tus cartas. Y es que por su constante forma de repeinarse, por sus intermitentes miradas indirectas, supe que no las tenía todas consigo, que me podía haber permitido algún lujo, un insulto, una patada, un escupitajo en la cara. Ni nos rozamos. Un pequeño ramo le temblaba en la mano.

A partir de entonces él comenzó a ir por las noches, a lo que yo contesté por las tardes, y él a su vez al amanecer, y así en una continua rotación que me hizo perder un poco el sentido de los días. Esta situación se prolongó por espacio de una semana con ramos cada vez menos vistosos, surtidos de malas hierbas. Concluyó el día en que dejamos sin flores el camino. Pensé en una lengua de muerte lamiendo el reposo de la tumba; me sentí mal. A mi último manojo de mirto y cardos él ya no contestó. O sí lo hizo, pero elevando de allí en adelante el volumen de la música en su estudio.


Agustín Fernández Mallo, Nocilla Lab, Alfaguara, Madrid, 2009, pp. 139-140.

2 comentarios:

http://www.deseodeserpunk.blogspot.com/ dijo...

Comparto este descubrimiento:

http://avaxhome.ws/video/Format/documentary/berkvens_days-of_nick_drake_2000.html

Anónimo dijo...

Ya lo he puesto a descargar, a ver si acaba pronto y lo veo, que tiene muy buena pinta, ¡gracias!