El silencio cae de los árboles
como frutos blancos,
madurados bajo la piel de otra luz.
El silencio se va amontonando sobre el suelo
y termina por borrar el camino.
El silencio borra todos los caminos,
como la noche o la nieve.
Desaparecen así el comienzo y el fin,
la partida y la llegada,
que se confunden en una sola mancha.
Bajo el silencio
se igualan todos los extremos.
Roberto Juarroz
Marta Ferrari (ed.), La poesía del siglo XX en Argentina, Visor, Madrid, 2010, página 214.
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