AMOR A PRUEBA DE BOMBAS
Abir vive en Gaza, es otra niña palestina
que a los 7 dibujaba los cadáveres
de niños a los que Israel asesina.
Nunca tuvo inocencia,
vio la casa de sus abuelos destruida
con el pretexto de que eran terroristas.
Ahora tiene 10, su padre fue asesinado
pero su madre le dice que está viajando.
A veces no puede ir al colegio por los disparos,
ya habla de venganza contra esos desalmados.
Nadie le ha dicho que lo haga, simplemente
es normal cuando a diario pisotean a su gente.
Miente a su madre diciéndole que no tiene miedo
pero los tanques la tienen nerviosa el día entero.
Tiene pesadillas en las que no vuelve a ver a papá.
Si supiera que lo torturaron hasta no poder respirar…
Aunque hay algo que la hace levantarse contenta:
hay un chaval que le gusta en su escuela e intenta
pensar sólo en el cuando el pánico la invade
y merodean muy cerca los sionistas cobardes.
Se llama Youssef y, como casi todo niño palestino,
tiene familia asesinada por este holocausto permitido.
El enamoramiento es mutuo; cogidos de la mano
vuelven a casa y el miedo parece cosa del pasado.
Dicen que de mayores de casarán en una Palestina libre,
es la firma de cada carta de amor que se escriben.
Es lo poco bonito que le queda a Abir,
odia esta situación pero no se quiere ir de su país.
Quiere luchar por lo que les pertenece,
honrar el recuerdo de los caídos aunque a veces
sólo se imagina a miles y miles de kilómetros de Gaza,
con Youssef, donde sus hijos no sufran amenazas.
Un día llega al colegio ilusionada pero él no está;
la profesora llora, en clase faltan tres niños más.
Les explica que han muerto en un bombardeo,
cómo lo va a callar si igualmente se iban a enterar…
La ansiedad lleva a Abir al hospital, no puede asumir
que sea tan cruel y despiadada la barbarie israelí.
Pasa una semana casi en coma; cuando despierta,
sólo puede pensar la sonrisa de Youssef y en un fusil.
Del amor al odio hay un paso y ellos la forzaron al camino
de acabar siendo una mártir del brazo armado palestino.
Pablo Hasél, Escribiendo con Ulrike Meinhof, 2012.
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