El amor, como cualquier otra droga, supone un paréntesis; es decir, una pausa. Los paréntesis crean otro mundo dentro de este mundo; otro tiempo dentro de este tiempo, que es el mezquino tiempo de los relojes. Dentro, o más bien fuera. El paréntesis detiene el tiempo; lo vuelve a poner a cero. Es un aplazamiento, un indulto provisional. Lo que busca el llamado adicto, y busca cualquier persona que merezca el raro calificativo de pensante, es el paréntesis. El aplazamiento. El indulto.
Roger Wolfe, Siéntate y escribe, Huacanamo, Barcelona, 2011, p. 140.
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